jueves, 30 de octubre de 2014

005-Estigma


Sea como sea hoy desperté, suavemente me di cuenta de la hora, el reloj de al fondo de la habitación está lejos, para cuando suene la alarma me tenga que levantar a apagarlo. Mientras la alarma suena, los químicos en mi cerebro todavía me atontan, siendo un zombi mañanero.

Una vez escuche que cuando contraes los dedos de los pies es mucho más fácil despertar, por una cosa que dicen que estimula tu sistema nervioso. Por más que los muevo siempre siento sueño.

¿Ahora que hago? estoy decidiendo si levantarme o seguir moviendo mis apéndices... ahora si me levanto.

Bajo mi pie de la cama.

Mis sandalias todavía están ahí, tal como las deje ayer, anteayer, el día antes de ayer, la semana pasada... como cada día, desde que las compre.

"el frente frio anunciado el día de ayer a llegado, es mejor andar abrigados, como recomendación ancianos y niños deben de protegerse del frio"

Un frente frio, si sentí frio anoche, ya no detesto el frio... aunque mis sandalias hubieran desaparecido en la mañana lo no odio mas. Quizá ese pequeño momento de frio hubiera sido grandioso. Las hubiera buscado, y en ese momento la hubiera descubierto infraganti, utilizándolas.

"¡Hey! ¡Hace frio!, sabes que no me agrada el piso frio en la mañana"

¿Que estará haciendo en este momento? No recuerdo como comenzó todo, solo sé que ella necesitaba cambiar de vida, tenía otros sueños y aspiraciones... ella quería irse del país. Sencillamente no le agradaba este ambiente.

"Mi amor, sabes... irse a otro país es muy peligroso, ¿por qué no seguimos nuestras vidas acá?"
Yo no estaba dispuesto a acompañarla, pero eso es lo que ella quería.

Cada uno de sus cabellos es un recuerdo, ella parada ahí apuntando al norte como una brújula, día a día en esa ventana, era su ambición, un día de octubre el viento movía sus recuerdos. Cuando me di cuenta ya no era parte de su vida. Cada abrazo y cada caricia, eran sutiles con nostalgia. Se iba.

Me he quitado las sandalias, estoy caminando descalzo... me digo a mi mismo que me gusta el frio aunque el piso está demasiado helado.  Pero al ver por la ventana se siente bien. Al comprar esta casa cultive rosas, están en la ventana y el olor al abrirlas se esparce por el cuarto.

Odio la alarma, me gusta más ese olor. Dejar lo poco que tenia, estas rosas... Mis pequeñas creaciones voltean a ver a su padre, ellas me despertaban cuando abrías la ventana, ¿te debí de seguir? No encuentro la respuesta, ojala te gusten todavía.

Es hora de ir a trabajar.


"... se reporta que el centro de la ciudad sufre de embotellamientos en este momento, se recomienda a los que van a salir de sus casas a realizar sus actividades tomen vías alternas"

¿Es eso noticia? El centro siempre esta congestionado, siempre tomo vías alternas. Ya me he alistado y todo, todavía no me pongo los zapatos, he andado descalzo todo el rato, finalmente ya no lo estaré.

Mis desnudos pies ahora vestidos ya no me ayudan a soñar, ahora abrigados me indican otro camino. Al tratar de retirarme a trabajar veo la ventana, ella trasparente y tras su bloqueo las rosas. Es evidente que tras estar cerrada el olor es impregnante. Todo esto me conmueve. ¡La abriré! Una ráfaga de viento entra.

"¡ja jajaja!"
Tomo una rosa, frágil sus pétalos se desprenden. Pienso que si el viento comienza a soplar las arruinaría. Con temor recuerdo que estamos en un frente frio, el viento azotará seguramente.
 Mi temor toma forma, el viento destruye una rosa... otra, todas en conjunto son deshojadas por él, pronto pétalos caen en el piso.
Pienso que no hay vuelta atrás, no puedo hacer nada, soy impotente.

"¡Viento destruye mi creación!" el viento sopla más fuerte, una es destituida de su vestido, otra queda con poco más que su alma. El viento bate sin piedad, incluso yo con frio me siento vulnerable, las cortinas vuelan y ondean. Un espectáculo de suaves proyectiles viajan hacia mí, me golpean la cara. Me despiertan quitándome lo último de cansancio, se ahora que tengo que hacer.

"Me tengo que ir, limpiare luego" Ya camino en una alfombra fabricada por las ráfagas.

Me marcho, cierro la ventana y simplemente siento el olor más fuerte y más impregnado en la casa. Las rosas se esforzaron en despertarme, sentían celos de la alarma. Me gusta pensar que tenían voluntad, aunque yo se que no.

Me doy cuenta que esto es sencillo, más de lo que parece. Todo acabo. Enciendo mi motocicleta, el ruido quiebra con el ambiente,  el  motor calienta y me ayuda con el frio...

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